SACRAMENTOS, ¿QUÉ SON Y CUÁL ES SU IMPORTANCIA?
Para los cristianos católicos los sacramentos son signos que tienen su origen en Cristo y están ordenados a la santificación de los hombres, la edificación de la Iglesia y al culto divino en las situaciones fundamentales de la vida. En este sentido, los siete sacramentos se entienden como signos que alimentan la fe de los creyentes, preparan para la práctica de la caridad y envían a la instauración del Reino, del cual son un anticipo.
En este contexto, los sacramentos, según la doctrina católica, son un encuentro salvífico del hombre con Dios a través de Cristo y en su Iglesia. Por ende, la teología católica afirma que los sacramentos comunican o confieren la gracia de Dios a quien los recibe. Por otra parte, el concilio de Trento afirma que los sacramentos comunican la gracia ex opere operato, ya que, “confieren ciertamente la gracia, pero también su celebración prepara perfectamente a los fieles para recibir fructuosamente la misma gracia, rendir el culto a Dios y practicar la caridad. Por consiguiente, es de suma importancia que los fieles comprendan fácilmente los signos sacramentales y reciban con la mayor frecuencia posible aquellos sacramentos que han sido instituidos para alimentar la vida cristiana” (SC 59).
De igual manera, la teología católica ha enseñado tradicionalmente que los sacramentos tienen su origen en Jesucristo nuestro Señor (cfr. DH 1601). Formulación que ha sido reafirmada por el concilio de Trento, puesto que si Cristo fundó la Iglesia con su carácter de sacramento primordial o protosacramento; es decir, si Cristo fundó la Iglesia con esa dimensión sacramental, todos y cada uno de los sacramentos pueden ser considerados también como provenientes de Cristo o instituidos por él.
Por otro lado, en la tradición católica los sacramentos son signos o símbolos que alimentan la fe del creyente. Puesto que, la fe se realiza en su profundidad definitiva solo mediante una orientación total a Jesús, a través de una vinculación de la propia vida a la de él, acogiendo la tarea de seguirle. Es decir, la fe se realiza en el compromiso con Jesús y con la humanidad, por lo que, si la fe es esencialmente una experiencia y si es la experiencia más fuerte de la vida, eso significa que la fe se tiene que expresar también simbólicamente, tal y como lo hicieron las comunidades primitivas al expresar su fe en la forma de vivir y de celebrar. He aquí la razón de ser de los sacramentos.
Finalmente, cuando la experiencia que lleva a los cristianos a celebrar el sacramento es una verdadera experiencia de fe, se puede decir que la comunidad no se reúne porque se siente satisfecha en sí misma, sino porque siente como cosa propia el sufrimiento y la angustia de todos los desgraciados de la tierra, pues se trata de una experiencia de fe, que hunde sus raíces en la persona de Jesús que se comprometió con los más empobrecidos de este mundo, con los débiles, los despreciados y el desecho de la sociedad. Por ende, la vivencia de los sacramentos desde esta perspectiva de fe nos debe llevar al compromiso no solo con Dios, sino también con el prójimo.

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